El asunto aún no estaba zanjado en el Congreso, que eventualmente pudo revertir este jueves la decisión de los senadores con lo que el domingo se hubiese podido votar de forma postal.
En ese caso, hubiese sido «un milagro» organizar en tan poco tiempo la votación por correo este domingo, había advertido el presidente de la comisión electoral nacional, Sylwester Marciniak, que además había anticipado que era «imposible, por razones organizativas, dar boletas a todos los votantes».
Esto abría una enorme zanja a favor de que los partidarios del presidente candidato hubiesen sido quienes recibieran la mayor cantidad de boletas, según el recelo de algunos analistas.
Varias encuestas coincidieron en que el gobernante podría haber ganado en la primera vuelta con más del 50% de los votos postales, algo que la oposición buscó evitar advirtiendo que en ese caso acusaría a los dirigentes del país de poner en peligro la salud de los votantes con tal de asegurarse la victoria.
Votar por correo no sería libre, justo ni legal y tampoco exento de riesgos para la salud pública. Por el contrario, aumenta el riesgo de contaminación, ya que las papeletas deben transportarse, completarse y contarse manualmente, advirtieron los opositores.
Incluso la poderosa Iglesia Católica del papa polaco Juan Pablo II, cercana a PiS, llegó a instar a los partidos políticos a «buscar soluciones que no susciten dudas legales o sospechas de violación del orden constitucional».
Ello, luego de que instancias tales como Human Rights Watch señalara que tenía «serias preocupaciones sobre elecciones libres y justas y el estado de derecho en Polonia», en sintonía con lo dicho previamente por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE).
El expresidente del Consejo Europeo y exprimer ministro polaco Donald Tusk se unió hace unos días a las llamadas al boicot a los comicios, con el argumento de que éstos no eran limpios y constituían una maniobra del PiS para reforzar su poder y llevar adelante sus controvertidas reformas.
La Comisión Europea (CE) tiene abierto un expediente contra Polonia por su nueva ley para la organización de la justicia, que según Bruselas atenta contra la independencia judicial.
La comisionada europea, Vera Jourova, advirtió a Varsovia sobre la realización de las elecciones en ese escenario: «No podemos comprometer o poner en cuarentena nuestros derechos y valores fundamentales. El virus no debe matar a la democracia», remarcó.
Las encuestas también reseñaban que solo uno de cada cuatro votantes polacos quería que la elección se celebrara el domingo, debido a que los 38 millones de habitantes de ese país europeo están confinados desde finales de marzo, aunque pueden abandonar sus hogares para ir a trabajar o ir de compras. Hasta ahora la pandemia ha dejado casi 14 mil contaminados y unos 700 muertos.
Las restricciones a las actividades se flexibilizaron esta semana con la reapertura de centros comerciales y hoteles, pero las escuelas permanecen cerradas y las mascarillas son obligatorias.
Debido a la pandemia, el PiS planteó previamente una reforma constitucional para extender automáticamente el mandato de Duda por otros dos años, pero no tuvo la mayoría parlamentaria requerida para algo así, aunque en la misma oposición hay quienes plantean que en un estado de emergencia las elecciones se pospondrían hasta el fin de la medida sanitaria.
Duda ha descartado otra posibilidad: renunciar para que se fije una nueva fecha de las elecciones.
Ahora, con la decisión final de aplazar los comicios sin una fecha tentativa de reemplazo, el panorama político polaco no logra disipar nubarrones, pero al menos neutraliza la posibilidad de agravamiento de la emergencia sanitaria con el manejo de boletas electorales emitidas por correo o con aglomeraciones propias de cualquier cita electoral.